miércoles, 3 de junio de 2020

Espaguetis con tomates cherry y espinacas

¡Buenas tardes! Acabo de volver del paseo del día y he caído en que aun no había subido la receta de la semana. Estos días de sol y en los que podemos salir libremente a pasear y ya no tenemos que madrugar ni restringirnos en nuestras rutas, estamos aprovechando para conocer la zona, ya que nos hemos mudado poco antes de la cuarentena y aunque sigue siendo la misma ciudad, es como si fuese nueva. Desde este nuevo barrio tenemos acceso a unas zonas verdes maravillosas y desconocidas que nos están encantando y a medida que paseamos hacemos planes de volver y probar nuevos senderos, hacer algún picnic, llevar a amigos... Al fin y al cabo estamos sacando cosas positivas de esta situación, que es lo bonito.

Además de descubrir lugares nuevos a nuestro al rededor, también probamos recetas nuevas y esta última me ha sorprendido mucho. Como os podréis haber dado cuenta, las verduras no abundan en este blog y es que a mi personalmente no me gustan nada, aunque intento incorporarlas poco a poco. Pero seamos sinceros, no lo estoy consiguiendo ni tampoco intentándolo sobremanera. Pero bueno, poco a poco, que Roma no se construyó en un día, ¿no? Este plato que os traigo hoy ya es un avance y hasta se podría decir que es mi primer plato vegetariano. Nunca pensé que esta palabra pudiese salir de mi boca, pero ahí está. De todos modos no os acostumbréis mucho por si acaso.
Es un plato de pasta muy sencillito y bastante rápido de preparar. En este caso utilicé espinacas congeladas ya que las suelo tener en la nevera por si me da un día por utilizarlas, pero perfectamente podrían haber sido frescas. Vamos a por la receta, espero que os guste.

INGREDIENTES (para 2 personas):
150 gr. de pasta en seco
2 ajos
1/2 cebolla morada
200 gr. tomates cherry
4 porciones de espinacas congeladas (unos 60 gr.)
Especias al gusto (pimienta negra, comino, albahaca)

PREPARACIÓN:

En una sartén profunda, después añadiremos aquí la pasta, echamos un buen chorro de aceite y doramos un poco un ajo grande o dos pequeños partidos en mitades, a las que les quitaremos el germen para que no repitan. Una vez han cogido un poco de color los ajos y han saborizado el aceite,  pochamos la cebolla cortada en juliana. Usé solo media pero al ser pequeñita creo que me quedo escasa, así que ya sabéis, en estas cosas las cantidades van al gusto.
Cuando tenemos la cebolla pochada añadiremos la mitad de los tomates cortados en mitades y la otra mitad enteros con un pequeño corte para que salga el agua. Los cocinaremos a fugo bajo y con la tapa puesta para que vayan soltando bien su jugo y se vaya formando la salsa.
A la vez que añadimos los tomates a la sartén, echamos la pasta en abundante agua hirviendo con sal, de esta manera si irán cocinando a la vez que la salsa.

Casi al terminar, añadimos a la salsa las especias al gusto y las espinacas, que estrujaremos para sacarles el agua del congelado. Como se me fue quedando un poco seca la salsa añadí un poco del agua de la pasta mientras se cocía y así ayuda también que las espinacas se incorporen mejor.
Una vez se integren las espinacas a la salsa será el momento de añadir la pasta. No hace falta que la escurramos, si no que la pasaremos directamente del agua de cocción a la sartén, ya que no nos importa que caiga un poco. Incluso si vemos que la pasta está un poco escasa añadiremos un poco de este agua.
Damos unas vueltas a la pasta para que se impregne bien y servimos. No os olvidéis de quitar los ajos para no tener sorpresas. Otra idea es trocearlo muy pequeño para que se incorpore a la salsa, pero a mi en este caso no me apetecía.
¿Qué os parece? ¿Le dais un aprobado a mi plato de pasta vegetariano? Es lo más sencillo y básico del mundo mundial, pero para mi es un gran paso. Además, puedo decir bien alto ni corta ni perezosa que realmente me ha gustado. Ya lo he preparado un par de veces y estoy segura de que lo volveré a hacer y tal vez me anime a añadirle alguna verdurita más.
Espero que estéis teniendo un fantástico día. Nos vemos muy pronto con más recetas.

Muack!
Sofía G. Llaca


martes, 19 de mayo de 2020

Tortitas de avena y plátano

¡Buenos días! Parece que le he cogido el gusto a los desayunos diferentes porque hoy vengo con unas tortitas que están deliciosas y son perfectas para empezar el día con buen pie. Ya antes había intentado hacer tortitas de avena y plátano y el resultado fue un completo desastre, ya que ni me quedaron bien ni estaba ricas para ser sincera. Sin embargo, cuando probé esta receta me puse muy contenta porque al fin lo había conseguido, y eso que la primera vez se me "tostaron" un poco de más...
Hacía tiempo que quería hacer un desayuno diferente y especial pero que a su vez fuese sano y creo que con esta receta lo he conseguido. Aquí os dejo el paso a paso y ya me diréis que os parecen. Vamos allá.


INGREDIENTES:

50 gr. de harina de avena
1 huevo
1 plátano maduro
1 cucharada de leche
1/2 cucharadita de levadura tipo Royal


PREPARACIÓN:

Comenzamos triturando con la minipimer el plátano, el huevo y la leche. Si no tenemos este aparato, machacaremos bien el plátano y después lo batiremos con el huevo y la leche.
Después integramos la avena y la levadura. Nos quedara una masa un poquito líquida pero con cuerpo.

Ponemos unas gotas de aceite en una sartén y cuando esté bien caliente iremos echando la masa para formar las tortitas. Cuando comiencen a salir burbujas les damos la vuelta y esperamos un minuto mas hasta que se haga el otro lado.
Vamos apilándolas en un plato para que guarden el calor. 

Con estas cantidades saldrán unas 6 tortitas pequeñitas perfectas para dos personas.
Las acompañaremos como más nos gusten. Al ser bastantes sanas he intentado cambiar el chocolate por yogur griego, un poquito de sirope de arce y mermelada de frutos del bosque, podéis usar también miel, y algunas frutas y el resultado ha sido delicioso. Aunque que sepáis que con chocolate también están deliciosas ;)
Espero que os guste la receta y os animéis a probarla. Nos vemos la semana que viene :)

Muack!
Sofía G. Llaca

martes, 12 de mayo de 2020

Magdalenas de pueblo

¡Buenos días! Hoy vengo tempranito para invitaros a desayunar unas deliciosas y atemporales magdalenas de pueblo, de esas que son grandecitas y tienen su costra crujiente de azúcar que tanto nos gusta.
Es una receta de las de toda la vida, con ingredientes sencillos y muy fácil de preparar. Estos días en casa no quiero tirar mucho de procesados y prefiero hacer la bollería que consumamos casera y estas magdalenas nos vienen perfectas. Así que vamos a ponernos monas a la obra.

INGREDIENTES:

2 huevos
130 gr. de azúcar + espolvorear
80 gr. de aceite de oliva suave o de girasol
120 gr. de leche
170 gr. de harina
1 sobre de levadura


PREPARACIÓN:

Comenzamos precalentando el horno a 210ªC y preparando los ingredientes y los moldes de magdalenas con sus cápsulas de papel. Como veis los ingredientes líquidos están en gramos, no es una equivocación si no que es una medida más precisa.

Vamos ahora a por la masa. Lo primero que haremos el batir los huevos con el azúcar hasta que doblen su volumen y blanqueen.
Después añadiremos e integraremos los líquidos, el aceite y la leche.
Lo siguiente es tamizar la harina y la levadura e ir incorporándolo a la masa poco a poco.
Cuando tengamos la masa, será el momento de ir rellenando las cápsulas de magdalenas unos 3/4 de su capacidad, ya que crecerán algo en el horno. En esta ocasión no serán unas magdalenas con copete, sino con costra de azúcar, así que echaremos más o menos una cucharadita encima de cada magdalena antes de meterlas en el horno. Puede ser mucho azúcar pero se caerá parte de ello tanto al crecer como al estar ya listas ya que solo se formará la costra con lo que necesite y el resto lo podemos volcar.
Ahora bajaremos el horno a 200ªC y hornearemos las magdalenas unos 15 minutos. Ya sabéis que hay que estar pendiente y cuando veamos que están doraditas y un palillo sale limpio ya podemos sacarlas.

Dejamos enfriar las magdalenas en una rejilla antes de probarlas.
Ir preparando el café porque estas magdalenas os van a endulzar los desayunos. Estoy segura de que os van a encantar. Eso si, os recomiendo que el aceite que utilicéis sea suave ya que si no le dará un sabor muy intenso y para mi personalmente no es lo mejor, busco unas magdalenas más neutrales.

Si las probáis ya me diréis qué  tal y si os han gustado.
Muack!
Sofía G. Llaca

martes, 5 de mayo de 2020

Lasaña de bonito

¡Buenas tardes cocinillas!

Una semanita más por aquí y una nueva receta para cocinar. Hoy tenía pensada traeros otra diferente ,que ya tengo preparada para la semana que viene, pero me puse a mirar el blog y vi que nunca había compartido con vosotros uno de mis platos favoritos, la lasaña de bonito. Estaba convencida de que la tenía por eso nunca le sacaba fotos, pero esta semana la preparé y aproveché para escribirla de una vez por todas.
Es una receta un poco laboriosa pero que merece realmente la pena. La lasaña en general, de lo que más os guste, es un plato que alimenta el alma. Con pasta, tomate, bonito, bechamel y queso no necesito más para alegrarme el día. Así que espero alegraroslo a vosotros también.

INGREDIENTES:

Placas de lasaña
Queso para gratinar

Para el relleno:
1 lata grande de tomate triturado
1 cebolla
2 ajos
Aceite de oliva
Sal
Pimentón dulce
Pimienta negra
Azúcar 
4 - 5 latas pequeñas de bonito (o 2 - 3 latas grandes)

Para la bechamel:
30 gr. de mantequilla
30 gr. de harina
400 ml. de leche entera

PREPARACIÓN:

Esta receta tiene varios pasos y vamos a empezar con el relleno de bonito. Lo primero será hacer la salsa de tomate. Tenéis la receta aquí, pero de manera resumida, lo que haremos será poner un buen chorro de aceite en una sartén grande y pochar la cebolla con el ajo y una pizca de sal. Una vez la cebolla esté blandita echaremos pimienta negra y  pimentón dulce al gusto y removeremos rápido ya que no queremos que el pimentón se nos queme. Después añadiremos el tomate y dejaremos al chup chup al menos una media hora. Tendremos que probarlo y si es un tomate muy ácido añadiremos unas cucharaditas de azúcar (yo esta vez use morena y quedó muy rico).
Añadiremos el bonito desmenuzado y quitándole el exceso de agua si es al natural o parte del aceite si es en aceite. Lo removemos bien en el tomate y dejamos cocinar unos minutos para que se integre bien.
Llega el momento de preparar la bechamel. En una sartén derretimos la mantequilla. Después añadimos y tostamos la harina para que no nos quede sabor a crudo ya que estropearía toda la preparación. Ahora vamos echando poco a poco la leche. Integraremos bien cada parte antes de añadir la anterior. Es muy importante no parar de remover para que no se formen grumos. Una vez que tiene textura de crema y no tiene grumos tendremos la bechamel lista.
Pondremos a precalentar el horno a 210ºC y empezaremos a montar la lasaña. Pero primero, contaros que las placas de pasta que voy a utilizar no necesitan ningún tipo de cocinado ni tampoco dejar a remojo.

Ahora si, vamos a por el montaje. 

Primero pondremos un poquito del tomate en la base para que no se pegue la pasta al fondo. Después ponemos una capa de pasta, que yo tuve que cortar un poco para que se me acomodase a la fuente que he escogido.
Viene una capa generosa de relleno. Pondremos dos así que divido el relleno en dos. Tras el relleno viene otra de pasta, la segunda mitad del relleno y una ultima capa de pasta. Por ultima pondremos la bechamel y espolvorearemos queso especial para gratinar por encima.

Son muchas imágenes, pero así veis exactamente como fui intercalando las capas. Al final son tres capas de pasta, un fina de relleno en el fondo más las otras dos abundantes y finalmente una capa de bechamel y una de queso.

Metemos al horno unos 20 minutos con calor por arriba y abajo. Si veis que no se gratina el queso, los últimos minutos pondremos solo el calor del horno por arriba.
Y ya estaría. No tengo más que decir que ahora toca disfrutar. Este plato lo dice todo por si solo, reconforta solo pensar en el y a mi me hace muy feliz cuando lo como.
De esta lasaña saldrán 3 o 4 raciones, dependiendo del tamaño de éstas. Nosotros hicimos 3 raciones, dos las comimos como plato único y al día siguiente comimos la mitad de la ración sobrante cada uno y lo acompañamos en esta ocasión de unos filetitos de pollo a la plancha, que es lo que teníamos en la nevera.

Espero que estéis teniendo unos días muy buenos y disfrutéis de los paseitos que tanta falta nos hacían con responsabilidad y cuidandoos y cuidando a los demás lo mejor posible. Cada día queda menos para volver a la normalidad.

¡Feliz martes!

Muack!
Sofía G. Llaca

martes, 28 de abril de 2020

Palmeritas (vol. II)

¡Buenas tardes! ¿Que tal lleváis el día? Por aquí parece que los días cada vez pasan más rápido, así que genial. ¡Vamos a por la receta de hoy!
Allá por 2015 compartí una receta de palmeritas de chocolate, sin embargo hoy os traigo una receta mejorada. Últimamente las hago de esta manera y me parece que quedan más crujientes y bonitas. De hecho el otro dia os enseñé el resultado por Instagram y os pregunté si queríais que os enseñase el paso a paso y como fue un masivo si, aquí están. Eso sí, he tardado un poquito porque parece que el hojaldre vuela de las neveras y me ha costado unas semanas/incursiones en el supermercado conseguirlo.

INGREDIENTES:
Una lámina de hojaldre rectangular
Azúcar blanca
Azúcar moreno
Un chorrito de leche 
Una cucharadita de mantequilla

PREPARACIÓN:

Desenrollamos una lámina de hojaldre, que en mi caso solo encontré redondas y la estiré un poco para que cogiese una forma lo más rectangular posible, y sobre ella ponemos una mezcla de azúcar blanca y morena. no echamos muchísima ya que después haremos más capas. Con la ayuda de un rodillo y sin ejercer mucha presión hacemos que se pegue bien el azúcar.
Me da la sensación que el azúcar blanca hace que queden más crujientes y el azúcar moreno les da más sabor a caramelo. Tal vez sean solo impresiones mías, pero la verdad es que quedan brutales.

También he modificado la manera de formar las palmeras. Antes enrollaba cada extremos hacia el centro. Ahora lo que hago es doblar cada extremo al centro hasta llegar a la mitad. Vuelvo a espolvorear azúcar, a pasar el rodillo y doblar los extremos al centro. Repito la operación hasta que juntamos una mitad con la otra.
Con un cuchillo bien afilado vamos cortando rodajas como de un par de centímetros o lo que es más fácil, como de un dedo. Ahora echamos un poco de azúcar blanca en un plato o en la mesa y rodamos las palmeritas pon encima para que se adhiera a los bordes. De esta manera quedaran super crujientes.

Ahora debería pintar las palmeritas con huevo, pero con esto de no poder bajar a super siempre que quiera no tenía ninguno en casa. Aun así aunque los tuviese me da un poco de rabia gastar un huevo entero cuando solo voy a usar un poquito. Como quiero que queden brillantes se me ocurrió hacer una mezcla de leche y un poquito de mantequilla derretida. Pensaréis que eso hará que no sean tan crujientes, sin embargo no fue el caso. Tal vez quedaría igual de ricas sin pintar pero a mi la verdad es que esta mezcla me dio tan buen resultado que he seguido haciéndolo. Bueno que me voy por los cerros de Úbeda.
Colocamos las palmeritas boca arriba y bien separadas (crecen bastante) sobre una bandeja de horno con el propio papel vegetal que trae el paquete. Si veis que han perdido un poco la forma de palmera al cortarlas podéis aplastarlas ligeramente para que estén mas redonditas. Pintamos con la mezcla de leche y mantequilla y horneamos a 200ºC hasta que estén doradas, en mi caso unos 13 minutos.
Una vez listas las palmeritas, dejamos enfriar sobre una rejilla. 

Yo las he dejado tal cual, pero podéis echarles chocolate si os apetece. También deciros que la calidad del hojaldre es muy importante porque aunque estas ultimas que he hecho y he fotografiado para este post estaban muy muy ricas, las anteriores me parece que tanto de sabor como de crujiente estaban mejor, aemas crecieron un poquito más. En este caso ultilicé la masa como os dije antes que encontré, eran las últimas que quedaban en la tienda y eran de marca blanca y por ejemplo la anterior vez ademas de ser la masa rectangular, era de la marca Buitoni y quedaron sensacionales.

Ya veis que es lo más fácil del mundo mundial y es una receta estupenda para entretenerse estos días de encierro. Lo malo es que están tan ricas y se comen tan rápido (en dos bocados ya no la ves delante, o para algunos incluso uno) que duran un suspiro. En el caso de que no las comáis de una sentada, pueden guardarse en una lata. en mi caso no han durado más de dia y medio, por lo que solo os puedo decir que al día siguiente siguen estando buenísimas, aunque tal vez no tan tan crujientes como recién horneadas, pero siguen crujientes.
Si las probáis no dudéis en etiquetarme en redes sociales para poder verlas, enviármelas o dejarme un comentario o mensaje por cualquier medio, ya sea aquí, en Facebook o en Instagram. Es algo que me hace muchísima ilusión.

Espero que estéis todos bien y ánimo que ya queda menos. Mientras tanto, nosotros nos volveremos a ver por aquí la semana que viene.

Muack!
Sofía G. Llaca